Encuentro, en la última limpia de papeles, una cuartilla amarillenta, con amarillez de los primeros setenta, con versos y prosas preparados para alguna celebración festiva. Supongo que son cosas mías. Para salvar los versos de cualquier naufragio, los rescato tal cual:
Nos señalaste un trozo de la viña
y nos dijiste: -Venid y trabajad.
Una mesa vacía nos mostraste
y nos dijiste: -Rellenadla de pan.
Nos presentaste un campo de batalla
y nos dijiste: -Reconstruid la paz.
Al desierto, y al alba, nos llevaste
y nos dijiste: -Levantad la ciudad.
Pusiste una herramienta en nuestra mano
y nos dijiste: -Tiempo es de crear.
Escucha el rumor del trabajo cotidiano
con que el hombre se afana en tu heredad.
Recibe como un regalo agradecido
nuestro vino y nuestro pan.