A María no se le ocurrió
escribir una carta a los Reyes.
Eran tan malos todos los conocidos,
tan tiránicos y aviesos, tan crueles…
Por eso, cuando un día llegaron,
según Mateo, tres magos desde Oriente,
José pensó que, por los regalos,
aquellos magos parecían reyes.
María se atrevió a preguntar:
–Con perdón, ¿qué profesión tienen ustedes?
Los tres, cansados de responder
a esa misma pregunta tantas veces,
respondieron de consuno: –Astrólogos,
que estudiamos lo que los cielos contienen,
y adivinos también de esta tierra,
que buscamos la verdad donde estuviere.
No tenemos tronos ni palacios
ni nada de cuanto se le pareciere.
No supo José qué contestar
a razones tan serias, tan congruentes,
y entonces María agradeció
los regalos de los tres, y doblemente.