De la balumba de discursos, declaraciones y todo tipo de comentarios durante el día de hoy saco como puntos más decisivos: a) que hoy se visibiliza el fracaso del nuevo giro soberanista del PNV en 1998, con Arzallus a la cabeza, que mandó a casa al presidente Ardanza y trajo a Ibarretxe, el mayor defensor de aquel desvarío; b) que el pacto PSE-PP es la madre del cordero en esta etapa, y que toda la inmensa y múltiple oposición al nuevo Gobierno va a consistir en acosarlo e intentar fragmentarlo o romperlo, en una perpetua descalificación, sabiendo como saben su fragilidad política de por sí y la división de los socialistas vascos en torno a él; c) que pronto volverá la tararira del diálogo y la negociación por parte de todos aquéllos que se presentan siempre con objetivos innegociables (autodeterminación, bilateralidad, territorialidad), entendidos siempre como derechos naturales del pueblo vasco), que exigen verlos reconocidos sin más, y que hasta hace poco la doctrina y la praxis Zapatero les servía en la bandeja mágica de las posibilidades-. Sabemos bien que los grandes proyectos y esperanzas, ay, dependen siempre de muchos y pequeños hechos de cada día. No tenemos ahora otra seguridad.