Se niega cualquier división interna de la comunidad en cuestión y cualquier posibilidad de alteridad (Ruiz Soroa), incluida la alternancia. La realidad total no está dividida ni por ideas ni por intereses. El todo es la sociedad, el pueblo de verdad, la (buena) gente, los buenos, los justos. Fuera de ello, siempre fuera, aunque parezcan estar dentro, está el anti-pueblo, la anti-patria, la anti-sociedad, la anti-democracia. El partido es a la vez movimiento, gobierno y estado. Se trata, pues, de un nacionalismo no «nacionalista», sino mucho más: un nacionalismo radical político, capaz de hacer del poder constituyente y permanente el Gran Hermano, que todo lo vigila y controla, que todo, a la postre, lo devora. Tres grados de distinta gravedad en nuestra historia: a) el franquismo, que separa drásticamente a la mitad de los españoles (la anti-Epaña) de la España una, grande y libre; b) el azañismo, que proclama la República para los republicanos, y sólo para los republicanos de izquierda, como él, ya desde diciembre de 1931; c) estos jóvenes leninistas o ex leninistas, o todo a la vez, de PODEMOS, que definen cada día quiénes son la gente, la buena gente, y quiénes la casta, la anti-gente, los «traidores», como les gusta decir, que no tienen cabida en el nuevo pueblo unido, en el nuevo reino de la bondad sin maldad, en la nueva totalidad.