Echo un largo vistazo sobre el libro Las mil frases más feroces de la derecha de la caverna, del periodista José María Izquierdo, redactor de El País. No todas son feroces, ni mucho menos, pero muchas, muchísimas sí: sobre Zapatero, Rubalcaba, los sindicatos, ETA, la Iglesia, el aborto, los socialistas, el 15-M, los gays… En su prólogo, el omnipresente Iñaki Gabilondo, tras mencionar a individuos que se pasaron de la extrema izquierda a la extrema derecha, de un absoluto a otro, se pregunta qué peso tiene el pensamiento recogido en este libro en el Partido Popular, ya que esta extrema derecha habita en los pliegues del PP, no en otro sitio, a los que la cúpula directiva del partido los utiliza unas veces como dinamiteros y, otras, les niega tres y muchas veces antes de que el gallo cantare. Al final de su reflexión dice que este libro hubiera debido hacerlo el PP y no su autor, un hombre de izquierdas. Y añade que no sabe si sería posible otra antología de ferocidades de signo ideológico contrario. Yo sí lo sé y lo afirmo. Y digo que ninguno de los dos la hará, porque son hombres, como ellos dicen todavía, de izquierdas, y piensan que no hay nada tan malo como la llamada derecha, y nunca se atreverán, en cualquier caso, a compararla, en el mal, con la izquierda que cultivan. Y creo que hubiera sido lo mejor que un mismo autor hubiera hecho las dos antologías. Los que conocemos bien las frases más feroces de la izquierda de la caverna, tan parecidas muchas veces a las de la caverna de la derecha, sabemos que el verdadero servicio al lector independiente, crítico, cívico, humanista, genuino patriota español, que no patriotero, y patriota universal, hubiera sido y puede ser todavía tener ante sus ojos y ante su rabia y su desprecio las dos antologías feroces, para repudiarlas, para abominarlas, para superarlas y para quedar para siempre inmunes a ellas. Naturalmente que otra antología como ésta no neutralizaría la carga explosiva que se recoge en este libro, como escribe Gabilondo, pero la equipararía, la acompañaría, la completaría. Tendríamos dos. O sea, España, añade. No: tendríamos la viva imagen de las dos Españas incapaces de hacer una España. Pero me temo que Izquierdo sigue pensando que esta vez la España de la extrema derecha es la única anti-España. Y se equivoca, como los que un día decían justo lo contrario. A la vez que nos hace un gran favor, anque incompleto.