El ángel de Dios descorre la losa
(Mt 28, 1-10)
Mateo, el evangelista,
usa palabras y signos
de la antigua tradición apocalíptica
para decir lo indecible
y explicar lo inexplicable.
Un recio terremoto
-el mayor terremoto de todos los siglos-,
que estremeció a los guardianes
y a las valientes mujeres,
y el ángel del Señor –Malak Yahvé-,
rostro de relámpago, vestido de nieve,
que descorre la losa tumbal:
Vosotras, no temáis… Él no está aqui.
Resucitó de entre los muertos.
Venid y mirad donde yacía…
Dios revela aqui,
definitivamente,
a su enviado mesiánico,
tras sacarle del pozo de la muerte,
donde estaba enterrada la historia de los hombres.