La cuestión de si hay Dios -escribe el magno teólogo luterano Jürgen Moltman- es algo insustancialmente especulativo comparada con el grito de los asesinados en las cámaras de gas, de los muertos de hambre y de los oprimidos pidiendo a voces justicia. Toda la interpretación de la historia se halla en el horizonte de la pregunta por la justicia: ¿acabarán los verdugos triunfando sobre sus víctima inocentes? El profundo sentido de la resurrección de Jesús es que Dios, el Justo y padre de los justos y de la justicia, los defiende en todo tiempo y lugar, y hace justicia a los que tienen hambre y sed de ella. Y hasta puede redimir a los injustos, que reprueban su propia injusticia. Justicia como salvación. La esperanza en Él nos salva, porque Él salva la justicia.