Entre los centenares de canciones, serventesios, albas, tensons, sermons, plantos… de los trovadores provenzales que voy leyendo para mis trabajos sobre el clericalismo-anticlericalismo de la Edad Media, elijo como muestra, al menos, uno. Es el más breve que he encontrado, y, además, anónimo, del siglo XIII. Es del género alba, canción de amor que contempla a los amantes, casi siempre irregulares, sorprendidos al amanecer, avisándoles del peligro que corren:
Quan lo rossinhols escria
ab sa par la nueg e.l dia,
yeu suy ab ma bella amia
jos la flor
tro la gaita de la tor
escria: «Drutz, al levar!
qu´ieu vey l´alba e.l jorn clar».
(Cuando el ruiseñor gorjea / con su compañera noche y día / yo estoy con mi hermosa amiga / junto a la flor / mientras el vigía de la torre / grita: «¡Amantes, a levantarse! / que veo el alba y el día claro»)