El proyecto europeo, superviviente global de un modelo de sociedad basado en la solidaridad, tras haber superado la Gran Recesión, está un tanto paralizado y no sólo por el malhadado Brexit. Necesita reemprender la lucha ideológica, que va desde la lucha contra el cambio climático; el reforzamiento de la Europa Social; la acogida reglada y proporcionada de los emigrantes, al mismo tiempo que la promoción de un política demográfica positiva en toda Europa; la respuesta templada a las guerras comerciales; la tenaz defensa de los derechos humanos y del Estado de bienestar en todo el mundo… hasta doblar el presupuesto europeo actual para hacer posible todo lo anterior. No puede continuar la libre circulación de capitales sin ningún control, que cree gigantes monopolios supranacinales y desmantele el pacto social con que nació el gran proyecto europeo, y urge una cierta armonización fiscal que modere el libre juego de los capitales. Y una mayor corresponsabilidad entre el Parlamento Europeo y los Parlamentos nacionales, que evite o, al menos, modere las tendencias nacionalistas de todos y cada un de los Estados miembros.