Leo un reportaje de Miguel Ángel Malavia sobre Resurrección, una propuesta de pastoral del duelo, que ofrece una sanación integral y en comunidad, creada hace 30 años por el religioso camilo español, misionero en América Hispana, Mateo Bautista, presente en 11 países, que ahora se abre paso en España, activa ya en cuatro diócesis.
Nos trae el testimonio de Irene Renart, residente en Barcelona, esposa viuda de Mikel Asurmendi, escritor y filósofo vasco, a quien conocí y seguí de cerca en los años de plomo de ETA, uno de los fundadores de la plataforma !Basta Ya! No sabía yo que Mikel y su mujer se prendaron del movimiento cristiano Comunión y Liberación (CL), fundado por el famoso apóstol italiano Don Giussani (Luigi), en las jornadas anuales de Encuentro en Madrid (2016), sobre cuyas maravillas escribió su mejor libro, Hacia una cultura del encuentro, hasta formar parte poco después del movimiento. Tras la muerte de Mikel, Irene conoció el Grupo de Duelo Resurrección de Villanueva de la Cañada, población cercana a Madrid. Desde la distancia y a través de la red, Irene quedó fascinada por la pastoral de duelo de Bautista, durante cuyo primer curso murió también su madre. Ahora escribe ella:
–Siento que mi madre y Mikel están vivos, más vivos que nunca, en un cuerpo espiritual, en el cielo. Su amor hacia mi es más intenso y puro que nunca, y el mío hacia ellos, también. Les sigo echando de menos, pero es un amor de ida y vuelta, he aprendido a despertar los lenguajes interiores del amor. Y, como dice el P. Mateo, ahora tengo un botiquín con medios de emergencia para cuando te asalten momentos de tristeza o ideas insanas.
Irene estuvo siempre acompañada por sus hermanos de la fraternidad CL, pero no lograba volver a ser feliz, y a pesar de su fe y su esperanza, que había reencontrado de la mano de Mikel, se sentía aún en una barca en medio de una inmensa tempestad. Sabiendo que Jesús estaba en ella, el Grupo de Duelo Resurrección contribuyó a que recobrara el aliento y amainaran los vientos.
Una vez resucitada, quiso devolver parte de lo recibido, y acabó acogiendo en casa a una chica joven que ha sufrido mucho en la vida y que ahora le ayuda en actividades de entrega de tiempo y esfuerzo a necesitados. Enamorada de Cristo más que nunca y agradecida del milagro de ese amor, termina diciendo:
–Estamos hechos para amar. Lo demás… es todo lo demás.