San Juan Xar

 

                    Ha llovido por la noche en casi toda Navarra, pero el sol de la mañana tiene pinta de  estable y bondadoso. Por lo que nos animamos a dar una vuelta por Cinco Villas, y a mediodía volvemos a la ermita natural (cueva) de San Juan Xar (o San Juan el Viejo, es decir el Bautista), en medio de la  reserva natural desde 1987, único bosque autóctono de carpes en la Península –Catpinus betulus-o abedulillos. Está mucho mejor conservada y adornada que cuando estuvimos la última vez: la capilla rocosa, el bulto del santo, las flores, el atrio, las escaleras, los dos caminos…

Tras la recia sequía de este año, la reserva natural y el entorno de la ermita-cueva es un oasis, un pequeño paraíso, que parece gozar de la bendición del santo. Debajo de la  cueva, a un paso del ríachuelo Arrata, que viene desde el pico del Ekaitza, y desemboca en el Bidasoa junto a las Ventas de Igantzi, saltan, de entre las piedras y las plantas rupícolas, los tres chorros de agua de la leyenda. Pero, como nosotros no tenemos  enfermedades cutáneas; ni creemos que los santos de verdad, aunque sucedan a lamias (brujas) u otros cultos ancestrales, patrocinen estas cosas; ni pensamos que los curas, los de antes y los de ahora, no eran ni son brujos ni magos, bebemos de los tres chorros, pero no dejamos paño alguno, pasado por las partes dolientes, y dejado a secar hasta que venga el clérigo, lo recoja y lo queme después. Hay sobre unos arbustos cercanos t res o cuatro paños, ya secos, que alguien dejó este año, el día de la fiesta del santo, o mucho después, con fe, credulidad, devoción tradicional o buen humor, y, por lo visto, no ha venido nadie a recogerlos y quemarlos.

A cinco metros de tan singular fuente, ponemos nuestras sillas camperas, damos ferrete al condumio campestre, mientras el río Arrata o Latsa, manso y lineal, nos regala su dulce concierto ininterrumpido,  todo verdecido de abedudillos, fresnos, alisos, arces…, tan verdes como en el mes de junio.

¿Será que Arrata, el nombre del río en Arantza, tiene algo que ver con arratail, retal de paños en vascuence?  O ¿es más fácil que el nombre del río que en el vecino Igantzi llaman Latsa, signifique  sin más arroyo, como latsatu significa lisa y llanamente lavar la ropa en el río?

Seguimos por el estrecho sendero boscoso hasta la villa, ahora llamada Arantza, y casi siempre llamada hasta hoy, en castellano y en euskara, Aranaz-Aranatz. Rodeada de montañas, entre las que destaca el Ekaitza y el Mendieder (1074 m.), asentada en un leve ladera, una parte de su población descendiente (600 hab.) vive en el casco histórico y el resto en cinco barrios, compuestos también por muchos caseríos. Fue el origen de dos apellidos ilustres, Larrain y Errazúriz, que sirvieron  en altos cargos a la Monarquía española en Ecuador y sobre todo en Chile, donde después si hicieron con las más altas magistraturas civiles y eclesiásticas. Damos una vuelta por el pueblo-huerta, viendo la iglesia gótico-renacentista de la Asunción; la casa torre de Aranibar, y Apezenea, ambas del siglo XVI; el caserón consistorial del siglo XVIII, de tres pisos y gánbara central en hastial, y cuatro grandes arcadas, con el escudo antiguo de la comarca de Bortziriak / Cinco Villas. Casi por completo bilingüe, Arantza es desde 1995 miembro de la Mancomunidad de Municipios Euskaldunes (UEMA), con toda su actividad en euskara, y su actual sede de la misma.

Detrás de la casa consistorial, en una porción de terreno comunal, una grupo de mujeres, por inspiración de otras dela vecina Bera, diseñaron en 2018 la Emakumearen oroimen baratza, o Huerta homenaje a la mujer, en forma de mandala (círculo), con una fuente central y distintos espacios en forma de espiral, con plantas y flores simbólicas, como lugar de creación y actuaciones, a fin de poder visibilizar a la mujer y recopilar su memoria histórica.

Pueblo con tres bares-restaurantes, a varios kilómetros, en un mirador sobre un hondo y silencioso valle, y frente a una larga montaña de hayas, robles y castañares, se levantó hace unos años el Arantza-Hotela, de 5 estrellas, Boutique, hotel Spa-Eco, only adults, con 11 lujosas habitaciones, la única muestra del género que hay en Navarra. Un café descafeinado no es muy caro que se diga. Y vale mucho menos que el paisaje silencioso y fascinante.