San Schumann: Día de Europa

¡Cuántas veces me ha tocado hablar de Robert Schumann y de su discurso en la sala del reloj del Quai d’Orsay (ministerio de asuntos exteriores), a las seis de la tarde del 9 de mayo de 1950! Lo recuerdo con nostalgia ahora, cuando acaba de hacerse pública la crítica reflexión del grupo de sabios, presidido por Felipe González, sobre la Unión (en declive). Entre sus propuestas más sonoras, y para muchos inesperadas,  está la recomendación de la energía nuclear  y de  la inmigración selectiva, así como la supresión de las prejubilaciones. Aun sin la presencia  polémica de Turquía, cuya entrada se  aconseja también en el documento presentado, el futuro (es decir, la viabilidad) de la Unión Europea, con 27 países tan distintos en su seno, se vislumbra arriesgado y difícil. Es una aventura política única en el mundo, y ni siquiera puede compararse con el imperio británico o español, ni con el romano. Hasta ahora lo esencial está provisionalmente conseguido, pero en esta situación de crisis, y más tras el fracaso económico de Grecia, es inútil plantearse mayores pretensiones. La entrada de Turquía, creo, no haría más que añadir más tensión. La organización europea es asunto primordial que nos llevará a todos, aunque no seamos sabios, muchas horas de reflexión.- Dice el procurador de la causa de beatificación del político rancés-luxemburgués-alemán Robert Schumann que falta un milagro para alcanzarla. Aunque no soy partidario de milagros ni siquiera para eso, podemos encomendarnos al santo varón y cristiano que fue este fundador europeísta, y cualquier avance de la Unión en estas horas pantanosas podrá considerarse -no sé si también para el Vaticano- un milagro genuino.