Aunque la iglesia de Santa María, dentro del recinto real, no fue capilla del palacio, que tenía la suya dedicada a San Jorge, los reyes la favorecieron harto y celebraron en ella los actos más solemnes: la jura de los Fueros antes las Cortes por la infanta doña Juana, primogénita de Carlos III , o los funerales de la reina doña Leonor.
En la portada del templo estalla el esplendoroso rosal del gótico pleno, que florece la historia redentora de Cristo, dentro de la historia de la humanidad -incluidos los reyes de Navarra de entonces- y toda la creación.
Varios maestros pusieron sus hábiles manos en la obra, siguiendo probablemente los cánones del taller Notre Dame de París, donde los reyes Juana I y Felipe el Hermoso se llamaban reyes de Francia y de Navarra (1285).
Sonríe la Virgen de piedra, en medio del tímpano, con sus mejilas de fruta, boca y nariz perfectas, y ojos avellanados, la cabeza con velo y ligera corona flordelisada.
Bajo la bóveda gallonada de nervios, de la capilla, mayor, resplandece el retablo renacentista (1514), obra del imaginero Uguet, vecino de Olite, probablemente del pintor Pedro de Aponte. Rica, expresiva y colorista iconografía, presidida por los luminosos ojos de la Virgen del primer tercio del siglo XIV, que ensaya una dulce sonrisa.
Ruega por nosotros / amorosa Madre
para que tu Hijno / no nos desampare.