Jer 3, 1- 4, 4
Tierra manchada somos.
En todos los calveros
y a la vera de todos los caminos
vendimos nuestras almas
a los ídolos de moda.
No hubo lluvias en otoño
y faltó lluvia tardía.
Pero Tú, Señor, eres piadoso
y no guardas rencor para siempre.
Aquí nos tienes, de vuelta a ti,
pues eres nuestro Dios.
Eran falsos nuestros ídolos,
monstruos abominables.
Falsas sus promesas.
Falsos sus proyectos.
Buscaremos de ahora en adelante
la verdad, el derecho y la justicia.
Labraremos nuestros áridos barbechos
y no sembraremos
de nuevo
sobre cardos.