La famosa frasecita no es original de Julio César, como suele decirse, sino una derivación de otra frase parecida en latín: Igitur que desiderat pacem praeparet bellum, arrancada del libro Epitoma rei militaris ( Epítome de la Milicia). Su autor fue el illustris vir et comes (varón ilustre y conde), Publio Flavio Vegecio Renato, del círculo imperial a finales del siglo IV, y, probablemente, por ese cuarto nombre, convertido al cristianismo en la edad madura.
Traigo esto a cuento con motivo de la decisión del Gobierno de USA y, después, de la Unión Europea, de enviar tanques a Ucrania. Es curioso que a nuestros políticos les queme la boca la palabra guerra y solo pronuncien con delectación la palabra paz, cuando en casos como este no se entiende la una sin la otra. Lo cierto es que a nuestro presidente del Gobierno, que no ha tenido rebozo alguno en aparecer recientemente como heraldo de la OTAN, se le hace muy difícil hablar del envío de armas al actual campo de batalla, no solo para no desmerecer de su celoso pacifismo ante sus votantes, sino sobre todo para que que no se haga patente y demasiado visible la división en la materia entre los dos partidos coaligados de su Gobierno. De ahí su decisión de no llevar el asunto al Parlamento, como han hecho otros presidentes en Europa y América, aunque no estuvieran obligados por ley.
En cuanto a sus socios podemitas, convertidos ahora en ángeles de la paz, son los mismos que llevan en su adn la lucha y la guerra total contra lo que llaman fascismo, siempre renovado en todos sus adversarios políticos, estén donde estén, pero sobre todo si están en España. Y que no han tenido ni tienen reparo alguno en colaborar con los herederos de ETA-HB, después de haber callado como muertos cuando ETA imitaba al fascismo más original y virulento, con su hacha y su serpiente, de la manera más letal posible.