Siddhartha

 

Pensamos dominar el yo rebelde,
ese inquieto y orgulloso yo
por poder ser más tarde
justos y sabios.
Pero el yo se esconde fácilmente
en la fronda insondable
de la justicia y la sabiduría.
No nos valió gran cosa
intentar liberarnos de su acecho,
hundidos en los pozos del placer,
o asomarnos al vértigo incitante

del poder y de la fama.
Lo sabíamos muy bien,
pero se sabe sólo de verdad
cuando se vive la verdad en carne propia.
Queda siempre el pájaro que canta,
el río que fluye y nunca retrocede,
Todo es efímero y todo saludable.
Y un rostro sonríente nos espera.