Termino de leer la novela Purgatorio, de Jon de Sistiaga. El final es macabro, con los tres etarras o ex etarras muertos entre sí, y la policía haciendo otra de las suyas, añadiendo muerte a la falta de arrepentimiento. Un final que desagradará a muchos y no se lo perdonarán al novelista.
Pelillos a la mar. En la Nota del autor, al final del libro, hay una referencia a la desolación, la indefensión, la tristeza infinita de las víctimas. Su incomprensión del mundo, su dolor, su desesperación, en fin, su duelo.
-Y hay algo más, que también se repite constantemente, en Euskadi, en Gaza, en las selvas de Colombia, en Irlanda del Norte, en Irak o en Afganistán, en Ruanda o en Somalia: unos pocos, unos cuantos «elegidos», profetas del odio, profesionales de la manipulación, curiosamente siempre profesores, escritores, filósofos o periodistas, convencen a otros muchos de la necesidad de hacer sacrificios humanos por la Causa. De la necesidad de matar a otros por ella o que ellos mismos mueran. Esa idea terrible de que solo con sangre se gana. Siempre es igual…