Tercer Domingo de Cuaresma

 

Lc 13, 1-9

 Le hablaron un día a Jesús
de unos galileos que hizo matar Pilatos
mezclando su sangre con la sangre de sus sacrificios:
suceso del que no sabedmos nada por la historia.
Y Jesús les replicó que no eran aquellos
más pecadores que el resto de los galileos.
Que no eran tampoco más culpables
aqellos dieciocho desgraciados,
sobre los que un día desplomóse la torre de Siloé,
otro acontecimiento que desconocemos.
(Aqui Jesús destruye con dos solas frases
el pernicioso mito popular
de que Dios premia a los buenos con sucesos gratos
y castiga a los malos con ingratos sucesos)

No , os lo aseguro,
y, si no os convertís,
todos pereceréis del mismo modo.

Lucas, evangelista, añadió por su cuenta,
lenguaje y estilo,
la parábola de la higuera en la viña.
Tres años después de plantarla,
dijo el amo, impaciente, al criado:
Córtala, ¿para qué ocupar terreno inútilmente?

Pero, más práctico, el criado, respondió:

Déjale un año todavía.
Yo la cuidaré y abonaré.
Tiempo habrá después para cortarla.

Lucas, siempre bondadoso y compasivo,
quiere decir que el buen Dios
quiere  dar tiempo a que los hombes se conviertan,
como quiere el criado
que la higuera dé fruto en adelante.