Hoy, 26 de septiembre, llega a sus 100 gloriosos años mi amigo Joaquín María Boneta (Estella, 1922), ingeniero y humanista, una de mis referencias vitales en la anterior generación, en la que, muerto mi amigo Tarsicio de Azcona, ya quedan muy pocas. Le conocí en la Casa de Misericordia de Pamplona, en la habitación donde residía su hemano sacerdote, Jacinto, orador insigne y escritor, gran dependiente tras un desgraciado accidente doméstico. En los muchos años que estuvo en residencias privadas y públicas, no faltó nunca, por las tardes, su hermano Joaquín. Allí hablamos mucho y nos hicismos amigos. Luego hemos mantenido una constante correspondencia hasta hoy. Joaquín vivió apasionadamente los tiempos de la Segunda República en Estella, de los que hoy es tal vez el único testigo, y puso en mis manos unos preciosos testimonios de ese lustro, que un dia enriquecieron este cuaderno. Es también autor de unas memorias inéditas sobre su etapa dramática en el Madrid de la guerra civil, que alguien debería sacar a la luz para ilustración y aleccionamiento de todos. Huyendo de toda retórica y de todo exceso, cosas que él aborrece, le he felicitado con esta insulsa coplilla:
Centenario patriarcal
ha llegado a ser Joaquín.
Encomienda de postín
en la tierra
y en la patria celestial.