¿Un deterioro institucional?

 

            Diez académicos acreditados, desde Manuel Aragón a Gabriel Tortella, acaban de escribir  un libro, titulado España: Democracia menguante,  editado por el Colegio Libre de Eméritos, donde afirman que España sufre un grave  problema de legitimación política. No de legitimación de la democracia, sino de radical insatisfacción con su funcionamiento.

Para tan sabios y críticos autores, hay en España toda una difuminación de la división de poderes, ya que el presidente del Gobierno, además de controlar su partido, controla el poder legislativo, y, en buena parte, el judicial.

Relevante es la crítica que hacen al actual presidente del Gobierno en su relación con la Corona, claramente fijada en la Constitución, que se incumple habitualmente en gestos, silencios o abusos, que vienen a reducir o anular los derechos y los deberes del rey como jefe del Estado. A ese propósito se cita la nula desaprobación de los habituales desprecios antimonárquicos de los independentistas catalanes o de la alcaldesa podemita de Barcelona, así como la nula defensa de la personalidad del monarca; la probable desinformación del rey  (y su total ausencia) en el cambio de la política española respecto del Sáhara; la serie de gestos presidenciales que rompen el protocolo más elemental, ya comentados por todos los medios informativos;  palabras y gestos impropios de un presidente de Gobierno y más  propios del jefe del Estado…

Tanto es así, que, convencidos de que la Monarquía parlamentaria en España esté convirtiéndose en Parlamentarismo presidencialista, los diez académicos proponen, entre las futuras enmiendas a la actual Constitución, el cambio del título de presidente del Gobierno por el más adecuado de primer ministro, que es el genuino título que cabe a tal dirigente político en una Monarquía parlamentaria. Lo que acabaría con la confusión de un título subordinado, como es el caso del presidente español, con el título supremo de las presidencias presidencialistas de ciertas Repúblicas. Afortunadamente, muchos no queremos como presidente del Gobierno a este presidente, pero mucho menos como jefe del Estado Español.