Francisco Güeto, presidente de la HOAC española, que prepara su XII Asamblea General, es sincero y elemental en unas certeras declaraciones, que sorprenden por su fuerza de síntesis y concreción, ahora que tanto se habla y escribe en todas partes para decir siempre lo mismo, cuando no para encubrir un silencio que siempre el mismo parece. Güeto sabe bien que cuando se pregunta por las labores sociales, la gente tiene una alta estima de la Iglesia, pero cuando se presenta la Igesia como jerarquia, la valoración deja que desear. Está claro, concluye, que los cristianos no estamos dando el ejemplo que tenemos que dar: Tenemos que tener unas formas de vivir, de pensar y de actuar en clave más desde el Evangelio, sobre todo de las Bienaventuranzas, que han de ser el horizonte de todo cristiano. Si intentáramos vivir desde ahí, le ofreceríamos a la sociedad un proyecto de felicidad diferente del que se le propone ahora -también a los que estamos dentro de la Iglesia-, que es ganar, gastar y gozar. Por mucho que prediquemos, si no somos referencia de gente que vive en plena felicidad con lo que cree, difícilmente otros se plantearán el seguimiento de Jesucristo.