Encuentro en mi biblioteca, buscando bibliografía pra trabajos actuales, un libro de 1977, El sindicalismo amarillo en España, de Juan José Castillo, editado austeramente por Cuadermos para el diálogo. Al autor le conocí en Madrid y en Amsterdam y fuimos compañeros de archivos y de pasillos, nos hicimos algunos favores mutuos, que él recuerda en su trabajo, donde hace una crítica acertada de mi libro Socialismo y Anticlericalismo, en Taurus. Castillo ha escrito mucho y hoy es un maduro y reconocido historiador, a quien felicito. En la primera parte del libro nos instruye sobre la ideología y el amarillismo con profusión de citas de autores marxistas y no marxistas, franceses sobe todo, y nos presenta, reiterativamente, el objetivo del volumen: probar hasta la saciedad que los sindicatos llamados católicos, inspirados por el jesuita P. Nevares y financiados por el marqués de Comillas y otros empresarios, especialmente entre los años 1912-1925, fueron más amarillos que el limón, al servicio de las empresas y en contra de los sindicatos socialistas. Apenas aparecen otros sindicatos, como los inspirados por Arboleya en Austurias, que también queda salpicado de amarillismo, o los Libres del P.Gafo, que aparece sólo para denunciar a los rivales. Buen trabajo. Pero tal vez demasiado fácil, porque en ningún momento se nos dice nada del enemigo común, de los sindicatos socialistas, fuera de alguna frase de desprecio y aversión para sus contrincantes. Quien lea el libro se imagina que esos sindicatos y la ideología que los nutre son el paradigma, el ejemplar primero, la perfección misma, a lo que se contrapone, en tiempos de la Revolución soviética y de revoluciones en España y en toda Europa, la imperfección, el raquitismo, la maldad, incluso, de los sindicatos católicos oficiales, especiaalmente ferroviarios y mineros, de Valladolid, Madrid, Moreda, Aller, Río Tinto, La Unión, Ponferrada, Palencia, Burgos, Vitoria o Irún. Saber qué pensaban, qué hacían, qué proyectos tenían los sindicatos socialistas sobre la libertad, la igualdad, la fraternidad, la religión, la clase obrera, la sociedad, España…, para poder compararlos con sus desprestigiados adversarios, parece lo elemental en una obra de tal envergadura. ¿Cosas del tiempo? Cosas de siempre. El libro, de por sí, es pesadísimo. Pero para quienes cultivamos este tipo de temas, apasionante. Y siempre actual, por diversísima que sea la sociedad, la política y la Iglesia de hoy de las de ayer.