La celebración regia de ayer fue en verdad reconfortante, incluso retransmitida por TV1, en la que no había podemitas. Reconfortante desde el punto de vista estético, histórico, político y cultural, entre la foto de la infamia, publicada ayer, del prófugo de la justicia y el deshollinador del Psoe, como le llama a Cerdán El Confidencial, y la noticia de la completa amnistía con que nos hemos desayunado hoy.
Me uno a la felicitación a la Princesa de los cuatro ex presidentes españoles, publicada en El Mundo hace dos días. Espero que ese discurso patriótico y realista prevalezca frente al gaseoso y sin alma de Armengol.
Por fortuna, los cuatro minutos de aplausos tras el juramento de la Princesa fueron el clamor del pueblo, que compensó exponencialmente las ausencias de los 54 socios del PSOE, que no asistieron y que jamás han recibido un cuarto de esos aplausos. Que tres ministros de un Gobierno no asistan a la jura de la Constitución de un futuro Jefe de Estado es otra excepción mundial. Pedro Sánchez ha cosechado el mayor número de excepciones hasta ahora.
Los comentaristas atribuyen a fanatismo, ignorancia y frivolidad las ausencias de ayer. Pero, en la mayoría de los casos, no hay otra causa que su aversión y hasta odio a la unidad de España, de la que es encarnación viva la monarquía, como la misma palabra lo proclama. Todo separatista y confederalista es a priori enemigo acérrimo de todo lo que y de todo el que representa, promueve y defiende la unidad de la Nación.
Dios salve a la princesa Leonor.