Si ya la múltple falta de educación ante los reyes, en la inauguración de las Cortes, era una muestra de incivilidad y de falta de talante democrático -¡en nombre, además, de la democracia!- del multi-grupo parlamentario de PODEMOS, a la bajura de ERC y de Bildu, su actuación ayer en el Congreso ante la muerte de la senadora Rita Barberá colma todos los requisitos para poder ser denominada como cruel y antihumana. Negarse, por mandato del líder supremo, Pablo Manuel Iglesias Turrión, a asistir siquiera al minuto de silencio en la Cámara, que es el mínimo que la civilización acostumbra a exigir a los seres humanos ante la muerte de alguien, pone a ese líder supremo y a su hueste variopinta por debajo de todos los mínimos. De la la moral universal, quiero decir. La actuación opuesta del grupo podemita en el Senado, por otra parte, se adelantó a mi juicio y al de todas las personas con sentido común.