Que ayer entrara en vigor la ley general audiovisual, que limita la publicidad y relega los juegos de azar y el esoterismo a la madrugada, ya sería una buena, una gran noticia. Pero que a la vez la ley prohiba las escenas de violencia gratuita o pornográficas en series, películas o programas de televisión en abierto y que remita entre las 22 y las 6 horas otros contenidos que puedan resultar perjudiciales para el desarrollo de los niños y adolescentes es una óptima noticia. ¿Cuántos años estuvieron trabajando muchos para que esto fuera una realidad? Y cuando llega este feliz momento, aunque tan tarde, ¿no lo vamos a celebrar? Se seca así una de las fuentes más sucias de la violencia y de sexo inhumano en nuestros días. Uno de los mayores abusos de la libertad en los países democráticos. Una de las mayores lacras de nuestra sociedad, cuando confunde la libertad con el amoralismo. Enhorabuena a todos los que han hecho real esta venturosa ley.