Una piedad popular

 

                     Acabamos de ver, una vez más, el deslumbrante acontecimiento de las procesiones de Semana Santa en toda España. Hemos visto de cerca la desolación de muchas personas al no poder salir las procesiones de sus Cofradías por la lluvia persistente en algunos lugares. Aunque no sabemos el número exacto de esas Hermandades, se habla de unas 15.000, cifra que va a más, con cerca de tres millones de hermanos, muchísimos de ellos jóvenes, vinculados a  la manifestación más genuina de la piedad popular en nuestro país. Un pueblo que, apartado y silenciado tanto tiempo en las iglesias por la Iglesia, se echa a la calle para decir, a su manera, su fe, su esperanza y su amor a las señeras figuras evangélicas.

Solo la Hermandad de la Macarena, la más populosa de todas, suma 600 cofrades cada año, superando ya los 16.000.

Hace ya muchos años, desde el Concilio Vaticano II seguramente, la Iglesia no ha dejado de intentar encauzar todo este fervor en una pastoral de permanencia. certficada por una acción de formación religiosa y de justicia social.

Pero sería un error grave, un achaque más de clericalismo agusanado, imponer tutelas ancestrales  a la autonomía secular de esos llamados laicos, y que son la inmensa mayoría de los hermanos en la fe, y considerar las manifestaciones exteriores de la piedad popular meras excrescencias folclóricas de la sola e inmodificable liturgia oficial.