La socióloga y profesora universitaria norteamericana Ilana Horwits acaba de publicar en los Estados Unidos de América el libro Dios, calificaciones y graduaciones (Oxford Unversity Press, 2022). Es el fruto académico de diez años de trabajo con 3. 290 adolescentes. Según su estudio, el 21% de los mismos, hijos de trabajadores, educados religiosamente, obtienen principamente sobresalientes, mientras en el resto solo los consigue el 9%. La concclusión general es que los jóvenes educados religiosamente tienen el doble de de oportunidades de obtener un grado universitario.
Estudiando los motivos de tales experiencias, Horwits deduce que la religión impulsa comportamientos altamente reflexivos, serviciales y cooperativos. Chicos y chicas, formados religiosamente, creen que Dios los anima a estudiar y valora que se formen. Uno de cuatro estudiantes tiene una experiencia de Dios, que conforma su modo de sentir y pensar su vida y sus estudios. La religiosidasd no tiene en ellos y ellas un valor meramente devocional, sino crucial para el desarrollo integral de la persona.
La autora llega a la conclusión final de que la religión trabaja en favor de la equidad y de la cooperación social. Por un lado, la religiosidad provoca la movilidad ascendente de la clase trabajadora, induciendo su desarrollo educativo. Por otro lado, orienta eficazmente la parofesionalización de las clases medias altas para ponerse al servicio de la cooperación social y no ceder ante la competitividad ambiciosa.