Viaje a Peñafiel (y V)

 

         En el barrio más antiguo de Peñafiel se yergue todavía la Torre del Reloj, otro de los símbolos de la vills, parte un día de la iglesia románica de San Esteban, edificada en 1086 y hundida seis siglos más tarde. En el siglo XVI ya tenía un artefacto relojero, y en 1884 una empresa francesa construyó la maquinaria actual. La campana del Concejo o campana del Reloj data de 1664 y ha sido desde entonces la música que ha marcado toda la vida de la villa, como portavoz de los mensajes del Concejo y de la parroquia a la par. El remontaje del Reloj es manual y su cuerda dura ocho días.

Cerca del Reloj y en el espacio que fue un día Hospital de Peñafiel, se levantó el Centro Cultural actual, en cuyo salón de actos se inauguran, la tarde del lunes, los actos del VI Centenario del nacimiento del Príncipe de Viana, con una película de Mario Camus, con guión de Antonio Gala, producida en 1985 por Televisión Española. Presentan primeramente los actos la dinámica directora del Centro, Juan Ramón y el joven alcalde de Peñafiel. Los tres son breves, claros, intensamente comprometidos con lo que llevan entre manos. La película, en blanco y negro, rodada en buena parte en el castillo de Olite, exhibe excelentes fotogramas y está centrada en unos largos y a veces patéticos diálogos entre el padre malo (Juan II) y el hijo bueno (el príncipe Carlos), en una incesante contienda.

La mañana del martes la dedicamos a visitar la cercana – tres mesetas y tres vallecicos- ciudad segoviana de Cuellar, en Tierra de Pinares, rico conjunto mudéjar y famosa por sus encierros de toros. En su día la recorrí despacio, pero, al entrar esta vez, por la carretera que parte de Quintanilla de Onésimo, me ha deslumbrado, tras visitar la iglesia de san Andrés, el colosal espacio luminoso de las murallas y el castillo de los Alburquerque, incomparable conjunto, todo ello restaurado y renovado como centro que fue de la celebración de las Edades del Hombre, el año 2017. A la vuelta, no podemos dejar de ver, al otro lado del Duero, los célebres viñedos de la marca singular Vega Sicilia, con las hiladas de cepas autónomas en terrenos orgánicos, pequeñas, verticales, con las parras ya incipientes. Referente mundial del buen vino, lo cultivan cinco empresas en España (Ribera de Duero y Rioja) y en Hungría, y lo sirven, con altos preccios, a 4.500 clientes nada menos que en 88 países de todo el mundo

Por la tarde, todavía tenemos tiempo de ver los altares barrocos de la iglesia de San Miguel y de contemplar, en torno a la Torre del Reloj, la red de chimeneas de las bodegas, que asoman sobre la misma tierra, aquí y allí, como gnomos, en la falda occidental del monte del castillo.

Con entusiasmo redoblado, y ya conocidos algunos de los personajes de la fiesta, asistimos a la intervención de Juan Ramón, alma reconocida de la celebración, acompañada con la proyección de espléndidas imágenes bien adaptadas al texto escrito y oral. Bien presentado por su compañero de organización de los actos, el catedrático de Filología griega en la Autónoma de Madrid, originario de Los Arcos, Jesús de la Villa. Como en sucesivas conferencias se estudian las diferentes etapas de la vida de Carlos, nuestro amigo prefiere con acierto, al ser la primera, la síntesis general, aunque poniendo muy de relieve la figura cultural, literaria y artística, del Príncipe. Como es habitual en él, eleva la leyenda casi a la categoría de historia y no deja símbolo sin subrayar y sin explanar. Es fácil de sopesar la admiración del escritor navarro por el nieto de Carlos III de Navarra y por el sobrino de Alfonso V de Aragón, admiración que logra, ahora que estamos en tiempos de vacunas, inocular en los presentes que llenamos, con los rigores impuestos por la pandemia, el cómodo salón.