Vías de inmigración (y II)

 

         Mussie Zerai es un sacerdote eritreo que, a los 15 años, llegó a Roma buscando a su padre, y allí supo que se había ido a Nigeria. Fue clandesino durante mucho tiempo hasta que se fue al seminario. Ha fundado la agencia Habeshia para la cooperación del desarrollo y se dedica, además de atender a personas migrantes y a sus famiiias, a llamar a Salvamento Marítimo en  Italia y en Malta para impedir inminentes naufragios. Con su teléfono móvil se calcula que ha salvado a 200.000 personas. Por eso está siendo investigado por la fiscalía de Trápani, ¡acusado de favorecer el tráfico de personas! En 2015 fue nominado al Premio Nobel de la Paz y, tres años depués, ha recibido junto con Helena Maleno el Premio Mundo Negro a la Fratenidad.

Zerai piensa, en una entrevista concedida a la misma revista, que  lo prioritario es en este momento abrir corredores humanitarios que ofrezcan una posibilidad legal de migrar a Europa. a los  refugiados de verdad. Lo ideal sería qe se pudieran presentar la solicitudes en África ante las oficinas de ACNUR (Alto Comisariado de la ONU para los Refugiados). Europa podría enviar a esas oficinas personal cualificado para verificar el cumplimiento de los requisitos de los solicitantes: perseguidos por diversos y serios motivos: personas que huyen de la guerra, de las hambrunas… Y así se evitaría la terrible peregrinación por mar y por tierra y la mortandad de miles de infelices.

En cuanto a los inmigrantes económicos, cada país europeo podría decir cuántos trabajadores necesita cada año y de con que características. Esas misma oficinas podrían cofeccionar listas para la asignación del número de trabajadords solicitados por año y por país. Aunque la verdadera solución, según Zerai, es trabajar a largo plazo en África: suspendiendo la venta de armas a los países en guerra; no comprando minerales como el coltán, el uranio o el petróleo, a países en guerra o que empleen menores esclavos en la explotación  más intensa con los países que respeten los derechos humanos y ejerzan la gobernanza democrática.

Por desgracia, Europa tiene ahora competidores en África, como China, Rusia, India o Brasil, que no se andan con remilgos y que repiten, más o menos, la vieja política depredadora de la Europa colonial. Por eso la misión de Europa hoy es mucho mayor  y mucho más exigente dentro de la Unión Europea y en el seno de la ONU.