Vuelan jotas

 

Cinco entregas de vídeos nos envía Patxi Mendiburu -otro Patxi que no para de hacer buenas cosas- sobre el festival de jotas callejero, el día de San Fermín Chiquito, por las calle y plazas de la capital navarra, organizado por el joven y dinámico  Grupo «Pamplona canta: folklore y tradiciones de Navarra». Qué gozada. Todo lo que uno ha escrito sobre la jota se hacía realidad ahí; se vivía comunalmente y comunalmente se disfrutaba. Hace ya muchos años, cuando esta sociedad nuestra  aparecía tan apátrida, o más, que hoy; cuando se podía ser «patriota» en una lengua pero no en otra; cuando sólo se toleraba (se temía) un concreto y letal patriotismo, cierto periodista navarro me animó a escribir nuevas letras para jotas. -Que no, le decía yo, que la gente prefiere las clásicas, las de siempre… Pero, en fin, por probar un nuevo género, me puse a la tarea. Y donde quiera que estuviese, en casa, en un parque, en la bibioteca, en el tren…, escribía cuartetas para jotas, y alguna que otra letrilla más larga. Me dio para un librito: Un pueblo que canta (Nuevas jotas navarras), con prólogo del maestro de la jota que fue y es Pedro María Flamarique, tafallés, hermano de las  Hermanas. Por  cierto, en ese libro hay una letrilla de jota que se cantó en las calles el otro día. Sabemos poco de  los autores de jotas, y ni falta que nos hace. Sabemos, por ejemplo, que el periodista navarro, republicano y anticlerical Ezequiel Endériz escribió varias letras para Raimundo Lanas. Pero, en general, las jotas, como las canciones de los Cancioneros populares, son anónimas, son populares, que es una gloria para cualquier autor: que su letra se convierta en popular. Sólo eruditos como Mendiburu tienen la suerte de investigar autorías, procedencias, inspiraciones, parentescos y otros extremos interesantes; pero eso viene después y, siendo muy útil,  no es esencial a la cosa. Volvamos a lo principal: ese festival es sumamente necesario en Pamplona y en otros muchos sitios. Como pueden ser otros parecidos. ¿Plurales? Sí, Nada nuevo: todo es plural, todos somos plurales. Pero no caiganos en la trampa de quienes  sólo celebran su pluralidad, que es su propia singularidad, su diferencia, no la de otros, y menos la comunidad, lo que nos hace comunes, conviventes, fraternos.