Max Weber, en el libro La ciencia como profesión. La política como profesión, escribe que, si los griegos ofrecían sacrificios a los dioses de la urbe, nosotros seguimos haciéndolo hoy día, aun cuando nuestra conducta haya roto el encanto antiguo y haya querido despojarse del mito que, sin embargo, sigue alentando en nosotros: La religión se ha convertido en nuestro tiempo en rutina cotidiana. Los dioses de la Antigüedad se levantan de sus tumbas y, bajo la forma de poderes impersonales, aunque desencantados, se esfuerzan por ganar poder sobre nuestras vidas, reiniciando sus luchas eternas.- Ahí están, por ejemplo, los poderes impersonales de las leyes del mercado, los mercados omnipresentes y omnipotentes, que continúan exigiendo millares de sacrificios de personas humanas, de los más pobres casi siempre.